MATERIAL


Otro de los principales factores que contribuye a reducir los riesgos, en la práctica del barranquismo, es el material deportivo y su uso. Hay que estar familiarizado con los elementos disponibles y saber como y cuando utilizarlos. El material deportivo de barrancos posee unas características específicas que facilitan la práctica, pero parte de este material cumple también funciones de seguridad.
Cabe, por ello, hacer la distinción entre material deportivo y material de seguridad:
  • El material de seguridad ha de estar homologado por las normas UNE-CE.
  • El material deportivo debe ser lo más específico y confortable posible.


MATERIAL DEPORTIVO Y DE SEGURIDAD


Según las características del barranco habrá una serie de material que será imprescindible y otro aconsejable. Así, por ejemplo, en un barranco sin rapeles se podrá obviar el material de seguridad necesario para rapelar; en pleno verano y en un barranco seco y soleado, se puede obviar el material térmico.

Material individual


El traje de neopreno (o traje isotérmico) forma parte del equipo básico, imprescindible en presencia de agua. Está formado por pantalón, chaqueta y capucha por separado o unidos formando una pieza. Su grosor puede variar de 2 mm, útil en aguas cálidas, a 7 mm, para aguas muy frías. Este material protege contra el frío, siempre que quede bien ajustado al cuerpo, especialmente al tórax. En caso de adversidad, será probablemente la mejor y única prenda de abrigo que se encontrará para el descenso. También protege de los roces y golpes con las rocas y con el agua, por eso es recomendable que el pantalón sea largo y, a ser posible, que lleve refuerzos en rodillas, codos y culera. El traje de neopreno aumenta la flotabilidad, lo cual es una ayuda inestimable en barrancos muy acuáticos. Por estas razones, el traje de neopreno debe considerarse también material de seguridad. Para los barrancos sin agua, puede ser sustituido por otro tipo de indumentaria de manga larga. Durante los accesos, no es conveniente llevar el traje puesto o al menos no llevarlo en su totalidad, especialmente si hace calor; pero si es conveniente llevar las extremidades protegidas allí donde haya roces con la vegetación.

Los escarpines y los guantes, que también suelen ser de neopreno, son imprescindibles para barrancos de aguas frías, sobre todo, en invierno. Cuando los barrancos son secos, pueden sustituirse por calcetines habituales y, para rapelar, por guantes de trabajo o similares.

El casco es otro elemento de seguridad imprescindible en el equipo. Resulta incómodo hasta que el practicante se habitúe a usarlo, periodo tras el cual encontrará numerosas situaciones en las que se alegrará de llevarlo puesto. Se usan habitualmente cascos de escalada o piragüismo, preferiblemente estos últimos, aunque lo importante es que se acoplen bien a la cabeza y dispongan de orificios para facilitar la circulación del agua y del aire. Este material ha de estar homologado.

El calzado debe cumplir tres funciones, (1) comodidad, pues el practicante estará andando con ellos durante bastantes horas, tanto dentro como fuera del barranco; (2) adherencia, especialmente en roca mojada, donde hay más riesgo de resbalar; y (3) protección y sujeción de los tobillos, pues se camina por terreno irregular y el pie se encaja a menudo entre las piedras del cauce. Hace algunos años, era frecuente ver a los barranquistas con zapatillas de deporte o con botas de trekking, padeciendo frecuentes resbalones. Actualmente, existen una serie de modelos de botas específicos para barrancos que han alcanzado unas adherencias y prestaciones satisfactorias.


El equipo básico para rapelar consta de arnés, mosquetón de seguridad, descensor y cabos de anclaje. Estos elementos han de estar homologados, y debido al roce que sufren con las rocas durante la progresión, especialmente el arnés, deberían ser revisados con frecuencia. El arnés no es necesario que sea acolchado pues el neopreno ya ejerce esta función, pero si es recomendable que tenga elementos de protección contra los roces. En cuanto al mosquetón de seguridad debe tener una apertura amplia, tipo pera, para facilitar la entrada, el deslizamiento y la salida de la cuerda. El descensor más utilizado es el tipo ocho, y no se recomiendan los descensores que obligan a rapelar en simple, ni los que tienen autobloqueo, por las razones de seguridad que se verán más adelante. El cabo de anclaje debe tener dos ramales de diferente longitud. Pueden adquirirse ya proeaprados o puden confeccionados con cuerda dinámica de 9-10 mm. de diámetro, como mínimo.

La mochila nos permitirá transportar cómodamente el material a lo largo del acceso, retorno y descenso por el barranco, además de servir de protección contra los golpes o roces en la espalda. Debe ser de material resistente e impermeable, tipo pvc, con agujeros en su base para la evacuación rápida del agua, con un tamaño mínimo aconsejable de 30 l., y con cintas regulables que permitan ajustarla tanto en cintura, hombros y pecho. Es fundamental también que el sistema de cierres sea sencillo y rápido de abrir. Progresar por el cauce con la mochila suelta, provoca desequilibrios y pérdida de la confianza; y es especialmente peligroso en saltos y toboganes. En zonas con movimientos de agua, si la mochila va muy cargada y/o no lleva bote estanco, es contrapdroducente llevarla puesta pues supone un lastre que tenderá a hundirnos y dificultará los movimientos de natación.

El bote estanco sirve para preservar del agua los alimentos y otros elementos que se coloquen en su interior. Pero también es un magnifico salvavidas que sacará al barranquista rápidamente a flote. Para ello, es fundamental que el bote esté encajado en el fondo de la mochila y que ésta esté bien ajustada al cuerpo, para que su poder de flotación sea más vigoroso. La experiencia enseña que, en presencia de agua, las maniobras de rapel y saltos se controlan mejor con la mochila puesta y bien sujeta, mientras que los toboganes mejor sin ella. No obstante, en ciertas situaciones complejas es preferible no llevarla. También es conveniente conservar la mochila con bote estanco en los movimientos de aguas bravas, como rebufos y remolinos, aunque a veces es aconsejable no llevarla puesta, sino abrazada al pecho o agarrada con las manos para que nos sirva como flotador.

Resulta obvio que, el agua y la comida, son el combustible con el que se mueve el cuerpo. Con la aparición de los primeros síntomas de cansancio disminuyen las fuerzas y capacidades, repercutiendo en una progresión más lenta e incrementando los riesgos, no solo para el individuo afectado, sino también para el resto del grupo. El único remedio es la hidratación y la alimentación. Nunca estará demás llevar bebida  y alimentos energéticos en el bote estanco.
Se recomienda que cada barranquista lleve una navaja pues, en algún momento, puede ser necesario cortar una cuerda. Aunque es posible que, en la vida de un barranquista, este caso no se de nunca, llevarla no está demás. Siempre hay situaciones en los se agradece tenerla a mano, como para abrir una lata de conservas o trocear los alimentos con ella.

Por el contrario, el silbato se usa frecuentemente en cascadas ruidosas para indicar el final de una maniobra o el principio de la siguiente. A menudo, el ruido de la cascada hace inútil tratar de comunicarlse con los compañeros. Pero además es un elemento de socorro, pues tiene un alcance y un sonido que se distinguen fácilmente en caso de necesitar ayuda.

Material colectivo


Las cuerdas son un material de seguridad, de uso común para todo el grupo, que deberían estar homologadas. Se recomienda el uso de cuerdas semi-estáticas, por ser más resistentes a la abrasión, o las específicas de barrancos, con tratamientos especiales. El vaivén de las cuerdas dinámicas hacen que se desgastan más fácilmente y dificultan el equilibrio en el rápel.


El diámetro de las cuerdas debe ser como mínimo de 9mm, si bien hay ya cuerdas de 8mm homologadas para barrancos. Se usan generalmente en simple porque ello permite usar técnicas adicionales de seguridad y autorrescate, sin montajes complementarios. Si bien el uso en doble reparte las fricciones y alarga su vida útil. Las cuerdas de recuperación pueden ser de diametros inferiores, aunque esto no se recomienda salvo casos excepcionales en los que reducir peso sea una necesidad.


Se recomienda disponer de varias longitudes, por ejemplo 25 m, 35 m y 55 m, rapeles de longitudes superiores son poco frecuentes, al menos en Andalucía. Según las dificultades de cada barranco, el grupo deberá elegir la combinación más adecuada. El manejo de cuerdas más cortas siempre es más ágil y versátil, y si están repartidas entre los componentes, en caso de pérdida de una de ellas siempre quedará otra. Si bien, hay técnicas de almacenamiento en mochila que permiten usar cuerdas largas con la simpleza de cuerdas cortas.

Al margen de las cuerdas necesarias para superar los resaltes del barranco, es conveniente llevar cuerdas de repuesto , cuya longitud dependerá de la altura del resalte más largo. Una cuerda de 10 a 15 m., nunca está demás en la mochila, aunque solo se use esporádicamente en algunas maniobras.